Durante 2007 hubo 53.682 siniestros de tránsito. En 69% de ellos hubo participación de jóvenes de entre 19 y 33 años de edad. Inexperiencia, irresponsabilidad y, sobre todo, permisividad son las causas de un fenómeno que nos amenaza a todos. 

Por Camila Quezada 

     “Lo que más me costó en la prueba para la obtención de la licencia de conducir fue levantarme en la mañana”, me dijo David Marchant (34). “Cuando fui a sacar licencia de conducir, no sabía estacionarme. Entonces, el examinador me iba preguntando la dirección, la edad, el estado civil, y yo le respondí que era soltera porque los hombres eran una porquería. Y el me dijo que no, que las mujeres eran una porquería y se embaló contándome su relación con una mina, mientras yo trataba de estacionarme… fue lo mejor, se desahogó conmigo y terminó ayudándome a estacionar mientras me lloraba sus penas de amor”, cuenta Daniela Uribe (26). “El examen fue súper fácil y yo definitivamente no estaba apto para conducir. De hecho, choqué a los dos meses de sacar la licencia”, acotó mi amigo Hernán López (23). 

     ¿Alguno de estos casos se asemejan a su experiencia cuando fue a obtener la licencia? Con la mano en el corazón, ¿usted estaba listo para salir a las calles a conducir y enfrentar obstáculos reales, tales como un peatón, un ciclista o el clásico ejemplo de que después de una pelota, aparece un niño? Y qué más se puede pedir, cuando uno sabe que memorizándose las respuestas de un libro y conquistándose al examinador, fácilmente se puede adquirir una licencia. 

     Para la mayoría de los chilenos, la licencia es un derecho, cuando en realidad es un privilegio. Y como los municipios recaudan recursos al entregar las licencias, la tasa de rechazo se ha vuelto tan baja que 96 de cada 100 personas aprueban el examen. 

     “Aquí el chileno no va a la escuela de conducir. Si tienes problemas para pasar el examen, los coimeas”, denuncia el presidente de la Agrupación de Víctimas de Accidentes de Tránsito (AVAT), Pedro Leiva.
 
     “Acá en Chile no te ponen ninguna condición adversa, ningún obstáculo mayor. Además no hay un test psicológico real que revele que la persona está capacitada para manejar. En otros países sí lo hacen”, señala Claudia Vithar, presidenta de la Agrupación de Automovilistas de Chile (Adach).
 

Ejemplo internacional 
     Anjuta Buchholz (23) obtuvo su licencia de conducir a los 21 años. “Tuve que ahorrar tres años para poder dar el examen”. Y es que claro, Anjuta vive en Hamburgo, Alemania, donde la licencia cuesta 1300 euros (1.004.577 pesos chilenos). “Primero tienes que hacer 16 horas teóricas y 16 horas prácticas, en las que aprendes a manejar en hielo, nieve, con lluvia, de noche y en caminos adversos. Luego, tienes que dar el examen en el que te hacen manejar en rutas con diferentes obstáculos”, me cuenta. 

     Pero si de rigurosidad se trata, Suecia es uno de los países con mayores exigencias a la hora de otorgar las licencias para conducir. Los postulantes deben aprobar un examen teórico y otro práctico, además de presentar un certificado de aptitud física. El examen teórico exige una preparación previa intensa, que incluye la asistencia durante un mes a un curso dictado por escuelas particulares. Las preguntas del examen son secretas y apuntan en especial a la conducción preventiva y a cómo evitar accidentes en situaciones concretas. Por ejemplo, ¿qué haría usted si va por la ruta a 100 kilómetros por hora y se le cruza un venado?. 

     Desde 1988, el estado de California en Estados Unidos, comenzó a aplicar una serie de restricciones a los adolescentes en busca de una licencia. Estas incluyen el tener que conducir al menos 50 horas con sus padres y la retención del permiso por seis meses antes de entregarse la licencia definitiva. Una vez con la licencia en su poder, el futuro conductor no puede circular durante ciertas horas de la noche y no está autorizado a transportar pasajeros que sean menores de una edad especificada.
 
     Según el Instituto de Seguridad Vial de Estados Unidos, estas medidas han surtido un efecto positivo, ya que la tasa de accidentes per cápita bajó en un 23%, los incidentes nocturnos se redujeron en un 27% y los choques de noche que involucran a adolescentes cayeron en un 38%. 

Pilares de barro 

     “¡Vamos a tomarnos unas piscolas!, dime tú el lugar y la hora, porque ahora que tengo auto, me puedo mover sin problemas”, me dijo un amigo la semana pasada. Así, como si nada. Y es que lo lógico sería pensar que cuando este amigo tenga su primer choque en estado de ebriedad va a aprender la lección, pero no es así. “Aquí en Chile, si manejas con alcohol en la sangre, no pasa nada. A lo más te quitan el carné”, señala Vithar. 

     “El problema real se encuentra en la educación”, denuncia Leiva. Según el artículo 30 de la ley de Tránsito, el Ministerio de Educación deberá contemplar en los programas de los establecimientos de enseñanza básica y media del país, entre sus actividades oficiales y permanentes, la enseñanza de las disposiciones que regulan el tránsito, el uso de las vías públicas y los medios de transporte. “Pero en Chile no se cumple esa ley y no hay nadie que fiscalice”, concluye. 

     Otro dato relevante, proveniente de la Organización Mundial de la Salud, nos muestra que la principal causa internacional de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años no es el sida ni cualquier otra enfermedad, sino los accidentes de tránsito. 

Los nuevos integrantes
 
     El uso de la motocicleta en Chile ha experimentado un explosivo crecimiento. De hecho, en los últimos tres años el mercado ha crecido un 65% pasando de 14.571 unidades importadas en 2005 a 41.567 en 2008.
 
     Las cifras son alarmantes, considerando que un motociclista de cada 10 tiene licencia para conducir clase C. Y claro, ese 10 por ciento de los que sí tienen licencia, no pasaron por una prueba del todo exigente. De hecho, “uno puede ir a la municipalidad con una motocicleta automática, y al día siguiente puede estar manejando una moto de 750 cc, entonces no hay fiscalización”, señala el gerente de la Escuela de Conductores Automóvil Club de Chile, Cristián Sanhueza. 

     El especialista recomienda que las municipalidades hagan una entrega de licencia por cantidad de años que tenga la persona manejando. Por ejemplo, primero una de 125 centímetro cúbicos y que después de dos años pueda postular a una moto de 250 centímetros cúbicos o lo que estimen los técnicos. 

     El problema real entonces es que los motociclistas no están preparados, ni teórica ni físicamente para manejar y para caerse. Sanhueza, nos relata que “cuando yo era chico, mi mamá me decía que si me compraba una moto, me iba de la casa y me tenía que comprar un ataúd. Y es que es lógica la aprensión de los padres. Pero cuando uno se forma bien, en una escuela propiamente tal, aprendes teóricamente cómo debe ser la convivencia vial. Hay que considerar que “la carrocería es el piloto, por lo que la filosofía de la moto es estar preparado para caerse”, señala el experto. 

     El 2007 hubo 2.425 accidentes en moto, en los que fallecieron 66 personas. El 2008 la cifra de accidentes aumentó a 3.822 y el número de fallecidos fue 83. Diversos estudios internacionales comprobaron que a igualdad de velocidades de impacto, sobre la motocicleta se registran aproximadamente siete veces más lesiones que con un auto.
 
     “Nosotros enfatizamos en que no hay que escatimar en un equipamiento que tal vez cueste 600 mil pesos, ya que si lo piensas, es más barato que el hospital”, dice Sanhueza.
 

Cuando decir “no” a la licencia 

-Si la personalidad de su hijo es impulsiva, inestable o agresiva.
 
-Si es irresponsable o inmaduro en sus situaciones cotidianas.
 
-Si suele exponerse o verse casualmente envuelto en situaciones peligrosas. 

-Si participa de peleas o discusiones habitualmente.
 
-Si su actitud frente a la autoridad es inapropiada, si responde o no a las órdenes, etc. 

-Si es “amigodependiente”. Si copia actitudes peligrosas de determinados amigos o se deja llevar por ellos en cualquier situación (como puede ser la de “una picada un sábado por la noche”).