BMW decidió separar el sedán de la Serie 3 del coupé en la actual generación del modelo. Al coupé le llamaron Serie 4, pero no cabe duda de que son hermanos casi gemelos, con mínimos detalles que los diferencian, sin contar con los evidentes cambios de carrocería. Y ésto a simple vista, porque si nos fijamos un poco más, apreciamos algunos cambios menos evidentes.
 

El hijo del Serie 3


La Serie 4 de BMW viene a marcar un antes y un después. Se trata de un coche derivado directamente del actual BMW Serie 3, pero la marca lo trata como si fuera un coche completamente diferente a pesar de compartir muchos rasgos con el sedán. Similar a lo que pasaba con la generación del anterior «3», comparten elementos como algunos paneles de la carrocería, salpicadero, motores, frenos o en éste caso, frontal, algo que no pasaba con la cuarta generación. Aún así, la personalidad del BMW Serie 4 difiere del Serie 3.
 

El más lujoso de la Serie 4

 
La unidad que nos dejaron en Movilnorte era un BMW 420d con el acabado Luxury. Esta versión corresponde al acabado más lujoso de la gama y desde luego, uno de los más bonitos, al menos desde mi punto de vista. El BMW 420d que pude probar contaba con un color azul oscuro muy apropiado para la versión, con las llantas que se ofrecen como opcionales y la tapicería de cuero de color marrón claro, también opcional, que lo hacía aún más lujoso.
 
Una sensación que imperó durante toda la prueba fue la calidad. Justo lo que se espera de una terminación llamada «Luxury». Ciertamente tiene un aspecto con clase y categoría, pero sin perder ese toque rebelde y dinámico que tiene todo BMW.
 

Comodidad y tecnología de punta


En el interior, la deportividad se presenta con una postura de conducción muy baja, con buenos asientos y ciertos toques de aluminio en el salpicadero y en las puertas. El lujo también está presente con una tapicería de cuero en dos tonos y madera de tono oscuro para las inserciones. Por suerte además, el asiento contaba con regulación eléctrica por lo que no hubo grandes problemas para colocar el asiento en una posición óptima. Cosa que no ocurre con la regulación manual que monta BMW en sus coches.
 
Bajo el capó estaba el motor 2 litros diésel de 184 caballos, acoplado al cambio automático deportivo que se ofrece en opción y el equipamiento del BMW 420d que hemos probado incluía cosas como el navegador Professional, Head-Up display en color y algunos elementos más que se ofrecen en opción y que te hacen la vida más fácil. Sorprende lo bien que se ve el Head-Up display sobre el parabrisas. Te muestra la información sobre señales de tráfico, velocidad, depósito de combustible y, en caso de equiparlo como en este caso, también te muestra las referencias del navegador, incluyendo el nombre de la calle y los metros que faltan hasta la siguiente indicación. Todo como he comentado, con muchísima claridad y sin molestar un ápice.
 
También destacaba el sistema multimedia, con una función que sin ser indispensable, si resulta cuento menos curiosa. Dentro de la propia memoria del sistema, tiene un manual de instrucciones y, por llamarlo de alguna manera, un diccionario donde te muestra el funcionamiento general de los sistemas con imágenes en movimiento y explicaciones a través del equipo de sonido. Se acabo el leer los manuales de instrucciones; el propio coche te explica su funcionamiento. Eso sí, solo se puede activar cuando el coche este completamente detenido y con el freno de estacionamiento puesto, algo por otra parte lógico. La calidad de la pantalla es soberbia, con gráficos muy claros y legibles, así como un manejo a través del mando iDrive muy simplificado respecto a las primeras generaciones del sistema, que suponían un autentico quebradero de cabeza.
 

Suavidad de marcha


Iniciamos la marcha y a baja velocidad el coche es muy suave, no parece un modelo con motor diésel. No hay vibraciones, no se escucha prácticamente nada el motor; todo muy sosegado, cómodo. Esta sensación se mantiene hasta una velocidad respetable, cercana a los 130 km/h. El tacto de los pedales, de la dirección y la sensación general del coche es que se trata de una berlina de lujo diseñada para mimar al pasaje. Todo potenciado lógicamente por la atmósfera con olor a piel, los colores elegidos y la madera. Pero sigue manteniendo esa impresión de que si le pides, te dará lo que necesites. Me explico. Siempre y cuando no pises demasiado el acelerador, el coche es como una alfombra voladora. Absorbe todos los baches, no suena, no vibra, no hace cosas raras y el viaje es placentero y muy, muy cómodo. El motor se siente, pero no molesta. La dirección informa y los pedales tiene un tacto que permite dosificar perfectamente.
 
Con el modo Confort conectado, inserta marcha con una suavidad muy alta, el motor responde así mismo con la misma suavidad y el coche avanza como una berlina de representación, salvado las distancias obviamente. Un mundo a parte es el modo Sport, con un claro cambio frente al modo Confort. El motor responde antes, la caja de cambios estira más las marchas y el coche en general deshecha sus maneras de chico educado y servicial y se convierte en un deportivo. Acelera, reacciona y se comporta como tal, a pesar de ir rodeado de lujo. Con el cambio en manual, la sensación deportiva se acrecienta con un pequeño tirón al pasar de una marcha a otra, reteniendo al reducir. Muy divertido. También llevaba el modo Sport+, pero como desconecta todos los sistemas electrónicos no se activo en toda la prueba pues rodando por vías públicas no es conveniente.
 
 
Se pueden trazar las curvas bastante rápido sin que el coche muestre señales de perder la compostura y sin necesidad de hacer uso de los sistemas de asistencia. Se puede mantener las marchas sin que el ordenador decida bajar una o dos relaciones para obtener más par y se puede reducir con cierta libertad.
 
Una curiosidad de la caja de cambios. Con el modo Sport se nota un tirón al subir de marcha añadiendo sensaciones a la conducción, pero ese tirón solo aparece cuando circulamos cambiando cerca de la zona de potencia del motor o lo hacemos de manera agresiva. Si cambiamos de marcha a pocas revoluciones no existe tirón alguno. Cambia suavemente de marcha, adaptándose a la situación y pareciendo que circulamos con el modo Confort activado en lugar del modo Sport.
 

Potente pero con consumos contenidos

 
Con 184 caballos bajo el pedal derecho sobra motor para la gran mayoría de usuarios y empuja con ganas. El BMW 420d se mueve con soltura y no se echa en falta más capacidad por parte del cuatro cilindros turbodiésel. Se puede circular con el tacómetro marcando apenas 1.500 rpm y salir disparado hasta la siguiente frenada. Los frenos también cumplen perfectamente, deteniendo el coche en pocos metros y si no puedes frenar, también cuenta con la agilidad suficiente para esquivar casi cualquier obstáculo.
 
Pero si lo tuyo no es disfrutar de la conducción deportiva y solo quieres un coche elegante, cómodo y poco gastón, el BMW 420d también es para ti. Existe en el sistema de modos de conducción la opción «ECO PRO». Con este modo activado, el coche adapta todos los sistemas para ofrecer la máxima eficiencia. El acelerador cambia sus parámetros, así como la caja de cambios automática y la dirección. Las marchas se insertan mucho antes llegando a circular a 60 km/h en sexta con el motor girando a poco más de 1.200 rpm. No obstante, si necesitas potencia para salir de un atolladero, solo hay que pisar a fondo para que el coche salga como alma que lleva el diablo hacia delante.
 
De todas formas, con el modo ECO PRO activado, el coche invita a circular despacio, indicándonos cuando cambiar de marcha si no hemos optado por el cambio automático y además, nos indica cuanto hemos incrementado la autonomía con nuestra conducción, así como la cantidad de energía recuperada por el sistema de recuperación de energía en desaceleración. Además, el consumo homologado por BMW es de tan solo 4,7 litros de media cada 100 kilómetros.
 
La calidad es la nota predominante. No hay ruidos parásitos, ni golpes secos de la suspensión, ni ruidos procedentes de la mecánica que molesten durante el viaje. La calidad visual es muy alta, y al tacto es igual de buena con mucha sensación de coche bien hecho. Da la impresión de que el BMW Serie 4 esta un escalón por encima de su hermano el BMW Serie 3. Quizá sea de la terminación Luxury.